Dedicarle éstos párrafos a los niños que han fallecido genera un fuerte sentimiento de apego al sufrimiento ajeno, tanto así como la empatía con los aún vivos cuyo núcleo familiar los cultiva encerrados en una esfera protectora, dañina y creadora de vicios. Es de vital importancia considerar a la muerte como un proceso vital parte del ciclo y la naturaleza misma. ¿Qué hay de la muerte en vida?, tema muy pocas veces dialogado entre padres e hijos, crear una relación estrecha y permanente mientras se mantiene la curiosidad y libertad característica de la niñez. El hecho de tocar temas de relevancia existencial genera confianza, seguridad pero sobretodo apoya en la creación de un criterio sobre nuestro lugar en éste mundo.

¿Cómo le explicas a un niño que todos falleceremos algún día?

Nostalgia me provoca recordar la primera vez que tomé consciencia sobre la muerte, creía que todos en mi familia fallecerían en ese instante, la ausencia física que marca el fin de la interacción material entre las personas, entre mi familia y yo. El contacto más cercano con la noción de la vida y la muerte fué provocado por el final de los ciclos vitales de cada mascota, el apego material y sentimental, provocan una emoción igual de fuerte que el fallecimiento de un familiar puesto que nuestro vínculo emociona representa el mismo nivel de dependencia.

El cielo no existe y el deseo de vida  se aviva conforme te desarrollas y entiendes la importancia de tus deseos y acciones en ésta, tu única vida. Lo ideal es evitar la generación de paradigmas en el niño a temprana edad pues la revelación y final ausencia de éstos, provoca inseguridad, nuevamente un sentimiento peligroso para un infante que se está preparando para el mundo.

La teoría del amigo lejano… (Continuará)…